Isabelle Huppert interpreta a esta mujer de éxito, en su cincuentena, madre de un hijo que bascula entre la inocencia y la estupidez, amiga (?) de su socia, jefa de un elenco de programadores de videojuegos que intentan cuestionarla y humillarla, ex-mujer de un escritor con baja autoestima y amante de un amigo infiel e insensible. Ella es el centro de todas las historias y la que da solución a los problemas de los demás, por muy perturbadores que estos sean. Ella sobresale de todas las situaciones porque parece conocer el secreto de sobrevivir a cualquier adversidad: tomárselo todo sin sentirlo demasiado.
Si esta película fuera americana, el personaje de Michèle lo interpretaría una actriz como Jenniffer Lawrence y nos dibujarían el personaje revestido de heroísmo, sufrimiento y drama. Verhoeven en cambio define un personaje maduro, frío y concentrado en sobrevivir a todo como si fuera la cosa más normal del mundo, eso tampoco es normal.
Michèle es Elle, en mayúsculas: la mujer, la madre, la amiga, la amante, la hija, la vecina que todo lo puede. Sus relaciones no son buenas con nadie, pero consigue salir adelante de todo. Es una película bastante indescriptible, y hablar de ella sin desvelar mucho es difícil.
Esta es una película sobre violencia, sobre las relaciones, sobre moral y sobre la empatía, o la falta de ella. En fin, una película que se sostiene en el carisma de su actriz principal, que se merece todos los premios que le puedan dar.
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