La primera temporada está bien y en algunos momentos (como el primer episodio) está muy bien. Disfrazada de falso documental, la serie entrelaza las historias de las presas con la transformación que sufrirá Macarena en la cárcel, como sucede en formato comédia con Orange is the New Black. Aquí, en cambio no hay muchas risas, y lo que sí hay es una Najwa Nimri copmo encarnación del mal, que debería tener todos los premios del mundo. La serie no está mal, pero ella está espectacular.
Durante la primera temporada Macarena se integrará con algunas de sus compañeras, y en la segunda temporada es cuando todo se va al garete. La trama se complica (lo entiendo, deben ofrecer algo más que en la primera temporada) y los personajes se radicalizan. Y aunque hay algunas buenas ideas (la reunión familiar para tirar las cenizas, el momento Macarena-Fabio), hay tramas que son muy justas.
Y son precisamente en estos momentos de guión loco e inverosímil, donde se ve cuando un actor es bueno: Nimri que es una profesional y una actriz como la copa de un pino, no flojea pese a un guión que la pone a prueba constantemente. Lo mismo podemos decir de Alba Flores, Inma Cuevas o Maria Isabel Díaz, que hace de la yonkie más tierna que ha visto la televisión española.
La protagonista, en cambio, falla en varias ocasiones. Maggie Civantos borda el papel de presa atemorizada y con recursos de la primera temporada pero en la segunda se le exige que sea una mala tremendísima, vengativa y líder y no cuela ni por un segundo.
El guión de la segunda es un despropósito en algunas ocasiones, los escarceos amorosos entre la directora de la prisión (férrea en la 1T, absurda y dubitativa en la 2T) y el médico sádico son el horror; pero ahí estaba yo... viéndola mientras ganchilleaba.
En fin, si tienes personalidad adictiva y eres de los que le son fiel a las series por mucho que decaigan, ésta la vas a ver entera.
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