jueves, 4 de enero de 2018

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Museo del Louvre

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Estar en París, significa pasar por el Louvre sí o sí. En mi caso, más todavía ya que cuando estuve la vez anterior, fuí sin apenas tiempo y tuve que recorrerlo corriendo. Esta vez no. Fueron 6 horas (!)  de paseos por las galerías, de sentarnos a observar, de parar a comer algo en la cafetería y perdernos por la nueva organización del museo que me volvió loca.

Pero  es que el Louvre es espectacular, con su top 3 que visita todo el mundo: Victoria Samotracia, la Mona Lisa y la Venus de Milo, y su Gran Galería y sus esclavos de Miguel Angel... pero a mi, lo que me mata del Louvre es su ala Denon dedicada a los pintores franceses del XVIII y XIX.

Esos enormes cuadros de David, Gericault, Delacroix... esa ala es por la que pago la entrada. Por poder ver de nuevo el Juramento de los Horacios y la Balsa de la Medusa, que cambia si la ves desde la derecha o desde la izquierda.

El rapto de las Sabinas al lado de la coronación de Napoleón. Los ocres y azules y rojos de David tan bien combinados que me han hecho cambiar la paleta de mis diapositivas para las clases.

La Muerte de Sardanápalo enfrentada a la Libertad guiando al pueblo y también, por supuesto, los cuadros de Ingres que languidecen anto tanto dramatismo.

Pero sobre todo el Louvre para mi significa ver a Jacques-Louis David, ese pintor que retrató la Revolución y el Imperio y que vivió una época que cambió la historia de su país, y de Europa para siempre. Me apasiona todo, su técnica, sus composiciones, su tratamiento del color, las carnaciones, la línea, las metáforas visuales, el dramatismo y el estoicismo... todo en él es brillante. En fin, una maravilla que hace que las colas, los selfies, las famílias numerosas dando por saco sacando una foto delante del cuadro a cada uno de sus hijos haciendo el monger... todo eso vale la pena por un buen rato mirando esto.


Mención aparte es la cola de la Gioconda... 15 minutos de aglomeración para que la gente se saque un selfie! Muy gracioso ver a la gente cabreadísima por la espera, que se gira de golpe y empieza a sonreir y a poner caras para el selfie, delante del resto que hacemos cola para ver el cuadro...

En fin, el Louvre es una experiencia, tanto por el arte que contiene como por la gente que hay. Entiendo que es una atracción turística más, pero se me escapan los motivos por los que ciertas personas van a un museo gigantesco como este. 

Ya he mencionado las famílias que se fotografían al lado de un cuadro (que alguien me lo explique). Pero también los que van pasando, con una super cámara en mano y van haciendo fotos sin pararse... En el ala Denon vi a dos americanos de unos 25 años, uno le decía al otro: ese cuadro es famoso (La libertad guiando al pueblo) y el otro dice si? le hace una foto en 2 segundos y sigue andando... ni la vió. En fin, cosas que ves en el Louvre 

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