El texto es maravilloso, es un ensayo en el que la propia autora se incluye en el texto, menciona la investigación y las conclusiones a las que llega, hilándolo con una ficción y personajes creados para ella (como Judith, la hermana de Shakespeare) que se mezclan con el análisis de autoras como Jane Austen o Charlotte Brontë.
Es una mezcla maravillosa de ensayo y ficción que además de ser ingeniosa está muy bien escrita. Hila una estructura en la que el lenguaje meta nos rescata cada capítulo de la ficción, y va sembrando personajes y situaciones que rescata en la última parte del libro de una manera muy emocionante.
Es uno de los mejores libros que he leído este año y me avergüenza no haberlo hecho antes, pero estoy segura de que lo voy a releer a menudo, para volver a disfrutar de su estilo literario.
El texto nos deja frases que han pasado a la historia como la que le da título al ensayo: "Una mujer necesita tener dinero y una habitación propia para dedicarse a la literatura"; pero además, este librito encierra varias frases cautivadoras para los que alguna vez hemos pensado en escribir ficción: he seleccionado un par de sus párrafos que aparecen casi al final del libro que me llegan especialmente porque hablan de la libertad, ya sin metáforas:
"Lo que importa es que escribáis lo que queréis escribir; y nadie sabe si perdudará siglos o sólo tendrá importancia por espacio de unas horas. Pero sacrificar una pizca de vuestra visión, un solo matiz de su color en deferencia a un director que sostiene una copa de plata en la mano, a un profesor que oculta una vara de medir en la manga, es la más ruin de las traiciones."
Y aún otra, con la que casi cierra el libro:
"Si vivimos otros cien años [...] y disponemos de quinientas libras al año y una habitación propia; si adquirimos la costumbre de ser libres y tenemos la valentía de escribir exactamente lo que pensamos; si salimos de vez en cuando de la sala de estar y vemos también el cielo, y los árboles, o lo que sea, tal como son; si miramos más allá del ogro de Milton, porque ningún ser humano debe vivir encerrado; si afrontamos el hecho, pues es un hecho, de que no hay brazo del que asirse, y de que estamos solas, y de que estamos relacionadas con el mundo de la realidad y no sólo con el mundo de los hombres y las mujeres, entonces esa oportunidad se presentará y la poetisa muerta que fue hermana de Shakespearse recuperará el cuerpo del que tantas veces se ha desprendido".